
La otra mañana, estábamos con David en la casa y ella toco nuestra puerta. La invitamos a pasar y tomar un café y un pan con nosotros (es que aquí el mate no funciona), porque ya sabíamos que las cosas en su casa no estaban muy bien. En seguida empezó a hablar y llevarnos a su Gólgota: le detectaron una enfermedad y le mandaron a hacerse muchos estudios, los cuales no puede pagar porque su trabajo es limpiar en una escuela y apenas le pagan unos pocos dólares que usa para alimentar a sus hijos en el día a día, de hecho a ellos les pudo comprar cuadernos y útiles recién a las dos semanas de haber empezado la escuela, así que antes iban pero no tenían siquiera donde escribir; su esposo no le da dinero y además no deja que su hija mayor lleve el bebé a su casa, así que solo ve a su nieto cuando se puede “escapar” y así mil cosas y problemas más. Y ella nos cuenta todo como algo tan normal en su vida, como si su única realidad y destino fuera pasar cada día de su vida rodeada de esos problemas. El domingo, nos cruzamos a sus tres hijas más pequeñas vendiendo comida con un carrito en la calle.
¿Qué podemos decir ante tan pesada cruz? ¿Qué podemos hacer nosotros? Y de repente, redescubro el sentido de esta misión: el amor simple. ¿Qué es nuestra misión, más que un simple abrir la puerta de nuestra casa y acoger a quien nos busca? ¿Qué es, más que ofrecer un simple café dulce y un pan si es que tenemos?, ¿Qué es, más que mi silencio y mi oído escuchando al que sufre? ¿Qué es, más que un simple “estamos aquí para ti” (y estamos porque te amamos)?, ¿Qué es, más que una simple oración para confiar a Dios el dolor de nuestros amigos? ¿Qué es nuestra misión, más que intentar ser Jesús en la tierra, ser Jesús en nuestro barrio, en la Isla Trinitaria? Ser ese Jesús que ama sin parar, que ama muchas veces sin decir nada, en silencio y a escondidas, que ama en el dolor y en el pecado, que ama y no se cansa de escuchar y mirar, no se cansa de amar, a mí, a esta amiga, a nuestros amigos, a ustedes y a toda la humanidad.
¿Qué es Puntos Corazón, más que el rostro del mismo Cristo gritando: “Aquí estoy, estoy porque te amo, no puedo cambiar tu vida, pero si puedo darte mi mano para ayudarte a cargar esa cruz, eres valioso para mi”?