Todos los días salimos a visitar a nuestros amigos del barrio, y entre tantos rostros de Cristo quiero hablarles de Rosa, quien con su alegría y confianza en Dios me ha movido el corazón de una manera que aun hoy no logro explicar. Señora Rosa es una mujer de unos 65 años de edad, que tiene problemas respiratorios, en el corazón y de riñones que no le permite movilizarse debido a la hinchazón de sus piernas. Además, ella por diferentes motivos se encuentra sola y viviendo en condiciones que no son aptas para su estado de salud, cualquier persona que le visitara podría catalogar su vida en posición de pobreza extrema. Sin embargo ella guarda las verdaderas riquezas en su corazón, es agradecida con Dios por cada pormenor, siempre posee una mirada que refleja amor y una alegría que proviene de la profundidad de su fe. –“No puedo caminar pero mi corazón baila cada vez que ustedes me visitan.” Esto me dijo la segunda vez que fui a visitarla, y yo, viendo su realidad, viendo la inmensidad de su corazón, viéndome a mí misma dándole solo mi presencia, puedo pensar: ¿cómo no querer bailar con esta mujer que irradia vida gracias a su confianza en Dios?