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  • Gioconda (Chile)

Los niños siempre nos devuelven lo más valioso


Voy a presentarle a una de las niñas que se han adueñado de mi corazón desde la primera vez.

Luciana es una niña de 4 años. Los encuentros con ella siempre son hermosos, no existe uno en donde no me sienta amada por Dios a través de Luciana; es tan dulce su cariño y tan simple, ella solo utiliza pequeños gestos para demostrarme su amor: - ¡tía Cocoooooooo!- me grita y sale corriendo para abrazarme cada vez que me ve por la calle o sabe que voy de visita para su casa ¡que amor! y junto a este gesto existen otros mil más, por ejemplo cuando me pide que la alce, cuando me toma la mano, cuando me comparte sus juguetes o le pone mi nombre a sus muñecas. ¿Cómo entre tanta simpleza puedo sentir tanto amor? Solo puede ser Dios quien dé una gracia así, solo puede ser ese amor de pesebre, humilde y genuino que me invita a sentir tanta confianza en Él y reencontrarme con lo más esencial de la vida.

“Los niños siempre nos devuelven lo más valioso” me dijeron hace unas semanas. ¡Tan cierto! Ellos son los que nos hacen mirar al Cielo, los que nos demuestran lo importante que es mirar todo con asombro, lo bueno que es confiar en nuestro Padre y dejar que EL nos guíe, y lo fácil que se puede expresar el amor por medio de la transparencia y simpleza de nuestro corazón.

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