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  • Lucia, en misión en Brasil

Cada uno habita en el corazón del otro


Quisiera también darles noticias de M., una personita que fue tan importante para mí y del que ya les he hablado. Pasamos un tiempo muy duro cuando nos dijeron que no podríamos guardarlos sin sus padres presentes. El consejo tutelar los buscaría pronto pero la agonía fue más larga que lo pensado. Incluso así, ustedes ya saben cómo es este papá Dios que se las rebusca para sacar lo bueno de las peores noticias. Cada día era una despedida sin decirlo. Tanto él como yo nos regalamos por dos meses los momentos más hermosos y gratuitos. Un día fue una caminata al atardecer de la Fazenda; otra vez fue una maratón de cuentos en los rincones que más nos gustaban de este lugar; otro día fue cocinar juntos y otro… comer juntos. Así pasaban los días y también nuestras despedidas sin palabras, y a mi pequeño se le paraba el corazón cuando escuchaba llegar un auto desconocido. Hasta que el día llegó y si bien fue un sufrimiento, los dos estábamos preparados para eso, de todos modos teníamos la certeza de volver a vernos.

Al tiempo tuve la gracia de ir a visitarlo al orfanato donde ahora viven y el mayor regalo fue tenerlo junto a sus hermanos para mi despedida. No compartimos mucho tiempo, menos de una jornada, pero alcanzó para que sepamos que cada uno habita en el corazón del otro. Si le hubiese pedido a Dios un regalo pienso que no me hubiese animado a tanto, pero Él no se deja ganar en generosidad y así fue que después de despedir poco a poco a todos los que habían llegado para dar Gracias conmigo, los llevamos con Ania al orfanato nuevamente. Cantamos y jugamos todo el viaje, y al partir, nos regalamos el abrazo más profundo y sincero que teníamos. Ésta también fue una despedida sin palabras, pero ambos sabíamos que era la última. Me retiré discretamente, sin discurso, sin decirle cuánto deseaba que se salvara, que estudie, que sea un buen niño y luego buen adulto, responsable, valiente. Él lo sabía todo.

¡M. no se irá más de mi corazón, y yo... yo tampoco me iré más del suyo!

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