De Delfina Araíz, Chile:
Durante este tiempo que estamos encerrados, me hizo ver y confirmar que Dios es amor, pero no en las grandes cosas, sino en los pequeños gestos y acciones, cuando un hermano lava tu ropa o sin preguntarte ve que en tu día de limpieza estás cansado y lava por vos sin decir nada. Gestos cotidianos que normalmente no se aprecian o valoran, pero viviendo encerrados te hacen dar cuenta de la grandeza de Dios y ver a Cristo en tu hermano. Ni hablar del paisaje, me di cuenta que aprendí a valorar muchísimo la maravillosa obra del Señor, tan solo un atardecer, que dura minutos la bajada de sol, pero que deja un cielo y unos colores tan perfectos que solo Él pudo crear.
