De Ariana, Cuba:
Me gustaría contarles de Ramiro, un amigo que vive solo cerca de nuestra casa, tiene 81 años y una realidad llena de cruces muy pesadas.
Hace relativamente poco tiempo perdió la vista y eso hizo que pierda la mayor parte de su autonomía, aunque vive solo y se niega a que alguien viva con él, no tiene ningún familiar cerca, así que nosotras somos como sus nietas.
De lunes a viernes va a un hogar de ancianos durante el día, pero los fines de semana está solo, así que aprovechamos para visitarlo y pasar un rato con él. Siempre cuenta las mismas historias y en su testimonio se nota una gran soledad, muchas veces repite que su vejez no es lo que siempre imaginó, él quería que sus nietos “le tiren las orejas” y corran por toda su casa, pero su realidad es completamente opuesta.
La última visita antes de la cuarentena fuimos por la tarde y llevamos la guitarra, como era domingo y él no había podido ir a la misa, leímos las lecturas, el evangelio junto con una reflexión del papa Francisco y cantamos canciones de misa. Fueron 3 horas que se pasaron volando y él nos expresó que ese día “pudo comulgar” espiritualmente. Creíamos que éramos seis en la casa, pero éramos siete porque Jesús estaba ahí con nosotros, estaba llenando nuestros corazones de su gracia y aliviando nuestras cruces.
Así como siempre nos pide que intercedamos por él, les pido a ustedes queridos padrinos, que lo tengan en sus oraciones para que no pierda la esperanza en la resurrección.
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