De Ludmila, El Salvador
Hubo un momento en mi misión donde todo cambió, mi mirada, mi forma de ver a las personas y yo me preguntaba ¿cuándo fue?, ¿en qué momento?. La respuesta siempre estuvo frente a mí: el otro. Cuando apenas llegué pensaba "me doy hasta este punto, no más..." pero ¿para qué estaba acá si no me iba a dar por completo? Cuando uno entra en el cálculo de cuánto tiempo pasar con éste, cuánto tiempo para esto, cuánto tiempo para lo otro no se da por completo; eso me pasaba concretamente. En el encuentro con el otro es donde veo la edificación de mi persona, el otro me transforma, me hace ver más allá. Viendo a mis amigos del barrio puedo ver que mis dificultades son pequeñas ante las cargas que llevan día a día, si no me dejo transformar por la realidad que se me es brindada no puedo avanzar y así pasa en la vida; si no somos capaces de comprender que todo se nos es brindado por algo nos "atascamos". Comprendí que siendo yo misma, con mi libertad, era donde encontraba mi verdadera paz. ¡Que privilegio el mío de tener estos maestros de vida!
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