De Macarena Gómez, Lima-Perú
Uno de los rostros de la Providencia lo hayamos en el camino a Guayabo, mientras nos dirigíamos a hacer las compras antes del inicio del primer campamento. Su nombre es Mirian y es mamá de una gran familia, aunque en ese momento iba solo con una de sus hijas. Ofrecimos recogerlas en el auto, pues hacía mucho calor y percibimos que íbamos al mismo sitio. Conversando con ella, acerca de nuestras preocupaciones, no solo nos ayudó a seleccionar mejor los menús, sino que, además, se ofreció a acompañarnos el día siguiente para preparar los alimentos y cocinar para los niños. No hace falta describir la alegría que nos invadió en aquel momento. Aun no dejamos de agradecer a Dios por su presencia.
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