Hoy creo en los milagros
- Belén Hernández, Ecuador
- 30 sept
- 2 Min. de lectura
Cezar, un gran amigo nuestro que vive en un Hogar, sufre de una enfermedad degenerativa progresiva, lo cual, poco a poco, le va imposibilitando moverse. Mentalmente él está perfecto, pero su cuerpo no le responde. Para él es algo muy difícil vivir con esto y de lo cual hemos hablado mucho. Ese día, cuando me dijo que no podía caminar, sentí la pesadez de esas palabras. La enfermedad lo consumió, y le corta las pocas alas para ser libre y moverse cuando quiere. No supe qué decir, así que, simplemente me senté a su lado y decidí distraerlo, aunque sea por unas horas. Le empecé a preguntar del clima, de la comida, del cielo, de lo que sea que se me ocurriera. Hablamos de cosas tan cotidianas, pero de a poco su rostro cambió; ya no estaba tan sombrío.
Una hora después, Cesar me interrumpió y me dijo “hoy creo en los milagros”. Eso me sorprendió mucho, ya que él no es una persona muy religiosa. Y le pregunté a qué se refería. Me dijo que antes de que llegáramos, él estaba pensando en mil maneras de acabar con su vida, que ya había tomado la decisión y hasta había hecho un plan para llevarlo a cabo. Luego dijo que, gracias a mi presencia, había cambiado de idea y dejó de pensar en todas esas ideas sombrías. En el momento se sintió tan aliviado que empezó a sonreír y decidió pararse; sosteniéndose de la pared logró dar algunos pasos. Para todo esto, yo todavía estaba procesando lo que me había dicho, pero me puse muy feliz por él y le dije que su enfermedad no tenía la última palabra, y que no fui yo, sino Dios a través de mí.

Comentarios