Quisiera contarles de una persona muy humilde y con un silencio profundo en el corazón, a la que le cuesta mucho expresar con palabras cuando le preguntamos cómo está. Una tarde tocó el timbre, estaba con una amiga, ninguna de las dos conocíamos muchos a nuestros amigos; me asomé a la puerta, pero ella ya había entrado y estaba cerca de la capilla, -Buenas tardes- le dije con una gran sonrisa. Ella con un rostro de sorpresa me preguntó: ¿están las madres? -No, no están, ¡mi nombre es Patty soy nueva aquí! - le contesté, pero ella sin decir una palabra me entregó un ramo de flores de su jardín que un tiempo después conocí. Así fue nuestro encuentro: ella es una mujer que está muy sola, es viuda y sus hijos mayores están ya casados y el último vive con ella, pero se va muy de mañana a trabajar y regresa por la noche; aunque se queja de dolores de espalda, es imposible llevarla al médico. Desde entonces, viene frecuentemente a dejar flores al Santísimo; me queda claro que el amor es así, como esta mujer: sin decir palabras, solo con nuestros gestos podemos comunicarlo.
Patricia Balán, El Salvador
ความคิดเห็น