De Florencia Silvero, Cuba:
Les quiero presentar a dos amigos que cada mañana y durante el día pasan por la casa para alegrarnos con su simple presencia. Durante este tiempo de cuarentena no los podíamos ver, pero cada día rezábamos por ellos, para que donde estuviesen, estuvieran bien. Hasta que el 4 de julio (tengo grabada esa fecha porque fue un día de encuentros y reencuentros) sonó el timbre de la casa y aparecieron los dos. Ese día salimos las 5 de la casa para saludarlos con mucha alegría. Estos dos amigos son Laureano y Maxi (alias el Chinito). Ellos son amigos desde hace 20 años y por diferentes circunstancias de la vida viven en situación de calle, pero a pesar de esto, se mantienen siempre juntos. A Laureano le cuesta mucho caminar, tiene problemas en una de sus piernas, y es ahí donde su fiel amigo, el Chinito está para ayudarle a poder moverse o buscar las cosas. Cada mañana están muy temprano en la puerta de casa para pedirnos botellas con agua y café (un buen cubano no puede vivir sin su café).
Al encontrármelos aprendo de ellos sobre la fidelidad en la amistad, estar para el amigo en cualquier circunstancia de la vida. Ambos no tienen nada, pero a la vez lo tienen todo. Tienen una amistad fuerte y leal. Ellos me muestran a través de su amistad, que la amistad con Jesús es así, muchas veces no tengo nada que ofrecerle, pero Él se mantiene fiel y leal para conmigo, siempre junto a mí.
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