Más conocida como Patty es una de las “new entry” de este año 2019 en el programa de “doposcuola” que tenemos. Tiene siete años y su hermano Vincenzo también viene con ella. Patty decidió desde hace dos años que no quiere hablar con nadie que no sea su mamá y su hermano Pasquale. Este mutismo selectivo es un verdadero problema para nosotros.
El primer día que vino veo que entre los deberes que tenia que hacer estaba la lectura del libro de italiano. Y me dije: ¡mira que tienen sentido del humor en la escuela! Nada que hacer: hizo los deberes, completó las páginas de los libros de italiano y matemática, pero ni una palabra salió de su boca.
Como en las películas americanas en donde los personajes pasan por un sinfín de emociones, me tocó con Patty pasar por la esperanza, la esperanza mezclada con “ahora va a ver esta que tiene que hablar”, la desesperación, el desgano, la ilusión de que “creo que sentí una palabra”… y después nada de nada. No me olvidé también de pedir al Señor ayuda: así que hice una novena a “Nuestra Señora del Silencio” (¡sí sí, existe!). Pero una cosa que me di cuenta es que cada día está contenta de venir y cuando su hermano por la gripe estuvo una semana en cama, ella pedía que la acompañaran casi a la fuerza hasta el “doposcuola”. Las maestras que nos ayudan, viven como yo la misma situación, así que me dije: demos tiempo al tiempo y esperemos el milagro.
Unas semanas atrás ella llegó con su hermano y estábamos esperando que lleguen los otros chicos para subir a las aulas. Mientras esperábamos algunos se pusieron a jugar y otros estaban cerca mío hablando. Nos pusimos a jugar a “hacer cosquillas” y entre una cosa y otra tomé entre los brazos a Patty y me puse a hacerle cosquillas: ella reía silenciosa pero reía, después de algunos minutos abrí las brazos para que “escapara” de la máquina de cosquillas y cuál fue mi asombro pues se quedó. No hubo una palabra, no hubo una explicación pero su gesto me mostraba que todas las semanas pasadas de silencio (y las futuras, porque todavía estamos en cero) no fueron perdidas y hay una relación que va mas allá de las palabras, y que es más importante porque va a lo esencial: lo que somos.