Luis me relató que en prisión tuvo su conversión al cristianismo, y que, gracias a eso, cambió su actitud y se alejó del mal camino. Incluso me confesó que estando en prisión conoció al asesino de su esposa y tuvo hasta la posibilidad de matarlo. Él decidió perdonarle la vida, ya que sabía que era lo correcto, y que Dios le pedía “no devolver mal por mal, sino responder al mal a fuerza del bien”. Al final, me dijo que no solía hablar de lo que vivió, por lo que me sentí feliz de poder compartir ese tiempo de escucha y de confianza.
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