Ya les he contado muchas veces que a los niños les encanta venir a nuestra casa a la hora del rosario. Niños hiperactivos permanecen media hora durante esta oración sin ninguna queja, como Josué que, con sus 4 años recién estrenados, dice clarito las Avemarias. También niños que por diferentes razones tienen dificultad para hablar, como la pequeña Frida, que cuando entra en casa va directo a la canasta donde guardamos los rosarios, se pone uno al cuello y se instala en los brazos de Andressa. Frida nació con un corazoncito que por el momento “funciona a la mitad” (como me explicó su mamá para hacerme entender la enfermedad de su pequeña), pero con esa mitad disfruta de cada Avemaría, que pronuncia “en su idioma personal.”.

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