Navidad. En medio de la multitud que viene para el censo algunos personajes dejan su vida tranquila y anónima para converger misteriosamente en el mismo lugar. María y José, los reyes magos, los pastores, todos ellos inclinados sobre el pesebre para contemplar al niño, protegerlo, alabarlo. Todos se maravillan y se interrogan sobre la misión de este niño que suscita en los ángeles tanto amor y gozo y tanto miedo y odio en Herodes y en los poderosos del mundo…
Abandonando la paz nocturna de sus prados, la seguridad de sus observatorios, la dulzura del hogar de Nazareth; siguiendo una estrella ellos han percibido el verdadero sentido de sus vidas: no se trata más de construir muebles en Nazareth, de contar los astros o de cuidar los corderos sino de acoger al niño Dios en su pueblo, en su familia, en su corazón. Su vocación, su identidad está desde ahora definida por un acontecimiento.
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