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  • Foto del escritorGabriela, de Perú en misión en Villa Jardín

Campamento: ¿Cuántos regalos me esperan durante este año?

Gabriela de Perú acaba de llegar como voluntaria en nuestra casa de Villa Jardín. Ella nos cuenta su experiencia en el campamento de este año.


Este año, realizamos el campamento de verano cerca del inicio de las clases. Asistieron 13 chicas de entre 7 y 13 años, de nuestro pasillo o muy cerca de él.

Viajaron con nosotras hasta Glew en el colectivo y en el tren.

Desde el comienzo, el campamento estuvo marcado por retos y cambios de planes maravillosos que retaron nuestra creatividad -y nuestra paciencia.

Llegamos en el día más álgido de la plaga de mosquitos que atacó Buenos Aires, y nuestras actividades se limitaron a la pileta, a todo lo que se pudiera hacer dentro de las casitas que nos albergaban, y a juegos cortos y rápidos en el jardín -previo baño de repelente.

Nuestros acompañantes más confiables fueron el Espíritu Santo y el Off en aerosol.


busqueda del tesoro

Tenía mucha curiosidad de ver cómo se desenvolvía un grupo numeroso de chicas de diferentes edades e intereses. Y todo lo que vivimos y aprendimos reventó las paredes de mis pobres expectativas:

En esta convivencia de cuatro días y tres noches, pudimos conocer más a cada chica que asistió, sus personalidades únicas, sus talentos y sus dificultades, sus temores, lo que alegra su corazón y lo que lo entristece. Pudimos descubrir cómo sus comportamientos, lo que dicen y lo que dejan de decir, expresan los deseos únicos de sus corazones: de atención, de amor, de orden y de disciplina, de confianza y responsabilidad, de seguridad…

En este cortísimo espacio de tiempo, nos reímos a carcajadas en la pileta y alrededor de la fogata, rezamos, cantamos, bailamos, dibujamos y pintamos, buscamos un tesoro y asistimos a una -muy argentina- fiesta del té. También, aprendimos lecciones inesperadas, agradecimos, perdonamos y pedimos perdón, retamos y fuimos retadas, consolamos llantos, limpiamos y curamos raspones…

Después de esos días, nos conocemos más y mejor, y nos queremos mucho más también.

Me queda un año en Villa Jardín, y ya estoy emocionada por descubrir qué nos regalará el Espíritu Santo el próximo verano.




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