Cristina es una señora mayor, que siempre me ha llamado la atención por su entrega sin límites
hacia los demás, principalmente hacia sus hermanas.
Ella no se casó, y tampoco tuvo hijos, pero siempre tuvo una cercanía hacia la Iglesia. Junto a
sus dos hermanas lideraban las distintas actividades parroquiales. Pero a pesar de su servicio,
siempre dice: “yo no quiero ser santa...”
Con el paso del tiempo, sus hermanas comenzaron a enfermarse. Primero fue la menor de ellas, María. Ella tiene dos hijos, pero una de ellas es una chica ya mayor con necesidades especiales, por lo que a pesar de su edad aun vivía con su madre.
Durante todo este periodo de necesidad, Cristina, sus dos hermanas y su sobrina comenzaron a vivir juntas. Fue un tiempo difícil, desgastante, complicado y doloroso. Cristina comenzaba a tomar un rol protagónico en el cuidado de sus hermanas. Por bastantes meses ella debió encargarse del cuidado de tres mujeres y de ella misma, pero siempre repetía “yo no puedo enfermarme”. Pasaron los meses y María seguía enferma hasta que hace un año atrás falleció...
La partida de María alivió momentáneamente el cansancio de Cristina, pero poco después comenzó su hermana mayor a enfermarse más rápidamente, principalmente por la tristeza del fallecimiento de María. Con el cuidado de su otra hermana enferma y de su sobrina, nosotros ya le decíamos que tiene el cielo ganado, que es una mujer Santa, pero ella seguía repitiendo “Yo no quiero ser Santa...”
En los últimos meses ya el cansancio de dos procesos de enfermedades de sus amadas hermanas le han pasado la cuenta. Noches sin dormir, buscando los medicamentos, llevando a su hermana a controles médicos, limpiando la casa y hasta cocinando. Esto último nos lo cuenta
siempre con cierta gracia porque jamás lo había tenido que hacer hasta que enfermaron sus hermanas, porque eran ellas las que siempre cocinaban.
Todo esto la ha llevado a enfermarse ella, a ver menos y a avejentar un poco más rápido. Ya no hace las cosas con la misma velocidad y cada vez se deja llevar más por la providencia, que gracias a Dios nunca le ha faltado. Pero sigue repitiendo que no quiere enfermarse por el bien de sus hermanas.
Para mi Cristina es el ejemplo vivo de esta entrega de amor. Pasó a ser la mejor maestra del amor. Y la pregunta que queda es: ¿por qué esta mujer no quiere ser santa? A lo que ella responde con toda sinceridad y humildad: “Porque los santos sufren mucho.”
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