¡María, Madre hasta el pie de la Cruz!
Desde el comienzo no dejaste de estar aquí,
protegiendo a la familia que fundaste,
guiándola por caminos nuevos,
llevándola cada vez más lejos.
¡Guárdanos en el Corazón de tu Hijo
como en el corazón de la Iglesia!
Fuente de nuestras sonrisas y de nuestras lágrimas de caridad, danos ser consolación para cada uno,
expresión de tu presencia, signo de tu ternura.
Aparta lejos de nosotros
a todos los que quieran romper el entusiasmo que tú nos das,
aunque sea sólo por amor a los que sufren,
a los que no tienen a nadie.
A todos los miembros de nuestra familia espiritual,
a todos sus antiguos voluntarios
dales seguir al
Cordero donde sea que Él vaya,
ser fieles a sus compromisos como a sus palabras,
hacer perceptibles en sus vidas el amor de la Trinidad Santa.
Pon sobre el corazón de cada uno,
como sello de pertenencia a Puntos Corazón,
¡una inmensa compasión hacia todo ser!
Hoy con alegría y reconocimiento,
conscientes de nuestras debilidades y de nuestros errores,
llenos de confianza y de esperanza, volvemos a decir:
¡Tuya es nuestra familia, Virgen María y somos tuyos!
¡Amén!
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