Este primer mes ha sido bastante agotador para mí, mucha entrega día tras día, realmente India es otro mundo, no por nada lo llaman subcontinente. Todo es distinto aquí, y hay mucha diversidad, muchas cosas pasando al mismo tiempo.
A veces me hace pensar que en India conviven el pasado, el presente y el futuro juntos al mismo tiempo y de alguna forma todo funciona bien. La historia, la cultura y la tradición de más de 3000 años conviven con la tecnología de este siglo. La tarea más simple aquí puede resultar un deporte extremo, como cruzar una calle. Solo aquí en la provincia de Tamil Nadu, donde se encuentra mi ciudad Chennai, hay 80 millones de habitantes. Si, sólo una provincia tiene el doble de personas que nuestro país.
Pero, aunque todo me haya resultado difícil nunca dejé de entregar cada esfuerzo por ustedes, cada Rosario, cada adoración, cada misa (en tamil) a las 6:30am, todo por ustedes y por Dios. Por esto creo que el Señor me ha dado la gracia de no sólo ver las diferencias sino las virtudes de la gente de aquí. Todos son muy amables, siempre dispuesta a ayudar. Los niños son una fuente de alegría donde sea que vayas. Cuando visitamos algunos de nuestros amigos, estos nos dan hasta lo que no tienen, todo para nosotros, para servirnos, ellos nos terminan misionando a nosotros.
