Después de haber conocido este carisma es imposible no llevarlo conmigo donde sea que me encuentre. La vida de compasión me atravesó por completo, me tocó profundamente invitándome a vivirla en toda realidad en la que me encuentre y no solo en la mía, sino en la de las personas que Dios va poniendo en mi camino.
Es muy claro para mí, que hay un llamado concreto a detener mi mirada ante el dolor del otro, ofreciéndole mi tiempo, mi amistad y mi presencia; ofreciendo una mirada de compasión que deje al menos un poco de esperanza en un corazón azotado por el dolor y a veces, por la ausencia del amor, ese amor que naturalmente el alma anhela poseer.

Comments