Aquí se abre la puerta del cielo o del infierno, según con los ojos que se lo mire. Mbusbus es el nombre del basural donde van a parar los residuos de Dakar y de los alrededores, en este lugar trabajan al menos 2 mil personas todos los días y viven cientos de familias. Aquí encontramos desde personas ancianas hasta niños que se ganan unos pesos reciclando lo que encuentran entre la basura, incluso especies de tiendas que funcionan como restaurantes dentro del basural, literalmente es un mundo, el humo por la basura que se quema diariamente y el fuerte viento con tierra caracterizan este lugar.
Todos los miércoles parten 2 voluntarios hacia allá, basta un bus y unos 90 min para arribar. Lo primero que percibimos aquí son las amistades que se han cuidado y conservado por tantos años, la simplicidad y una gran sonrisa nos recibe en cada uno de los “hogares”, la mayoría de la gente aquí no tiene educación por lo cual no habla francés, es la oportunidad perfecta para forzar nuestro precario Wolof del cual, semana a semana estos amigos se convierten en nuestros maestros.
Voy a hablarles de Cidi, él es uno de los amigos que trabaja en allí y que cada miércoles nos espera para compartir, aunque sea unas palabras. Tiene alrededor de 40 años (casado y con una hija), junto con su hermano se dedica a comprar plástico a la gente que lo busca y luego lo vende por mayor a otros proveedores. Dentro de este lugar sería un “hombre de negocios”, y su trabajo no sería de lo más duro, pero aun así pasa jornadas bajo el sol esperando que lleguen con el plástico y respirando día a día el aire contaminado. Es una de las visitas en las que disfruto compartir, siempre intenta transmitirnos su cultura, nos explica cómo funcionan las cosas al interior de este lugar y con un poco de tiempo termina compartiendo lo que hay en su corazón. Lo que más destaco es su FIDELIDAD, ya que cada 15 días (sin falta) se toma el tiempo para hacer una llamada y preguntarnos cómo van las cosas en casa, lo que no es recíproco de nuestra parte ya que, muchas veces, quizás nos olvidamos de él por el trajín de las semanas o de las actividades y a pesar de llevar una vida dura, marcada por el arduo trabajo, sigue pensando y recordándonos que somos importantes para él. Sin duda un regalo de Dios en este tiempo.
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