De Macarena Gómez, de misión en Perú:
Cada día, con la excusa de pedirnos que le hagamos trenzas, Roxana viene a pasar un momento con nosotros y a compartir un té. Con frecuencia, es agredida y discriminada en la calle, sin embargo, jamás la oí hablar mal de alguien, al contrario, para ella todos son buenas personas, los conozca o no. Es tan transparente, que su amistad nos resulta un gran misterio. Siempre ora por el corazón de los demás y, a pesar de sus dificultades, todo lo hace con cariño y sencillez. Ama que tengamos con ella detalles simples y, lo más increíble, es ver como disfruta de compartir lo que tiene y lo que recibe, así, sin pensarlo, solo brinda todo a los demás.
En una oportunidad, me pidió que lavara sus pies, porque uno de sus dedos le molestaba. Fue difícil descubrir que sus pies están llenos de heridas e imaginar hace cuánto tiempo trae zapatos que no le calzan bien. A la vez, mi corazón se llenó de gozo al saber que puedo hacer al menos eso por ella. Ese día, compartimos un largo rato jugando al spa de belleza. Nunca la había visto tan feliz. Al terminar, se fue saltando de alegría, con mucho entusiasmo y repartiendo bendiciones.
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