Durante la Semana Santa, unos 15 jóvenes de Puntos Corazón, estuvimos de misión en las localidades de James Craik y Colazo, diócesis de Villa María, Córdoba. Ahí conocimos al P. Gustavo Gatto y nos dividimos entre los dos pueblos para acompañar a las comunidades en estas fechas importantes.
Personalmente, me toco ir a Colazo, un pueblo de 1600 habitantes que se dedica principalmente al trabajo agricultor y con importantes industrias madereras. Fuimos recibidos y hospedados por la parroquia y por algunas familias que amablemente abrieron sus puertas y corazones a estos “extraños”. Desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua compartimos con la comunidad lindos momentos: Las celebraciones, donde el jueves el P. Gatto lavó los pies de los adolescentes de Sexto año del secundario, el viernes conmemoramos la Pasión y adoración al Santo Monumento, el sábado tuvimos una maravillosa vigilia, llena de gestos emotivos y acompañados del Coro Municipal y el Domingo vivimos la fiesta de la Resurrección a templo lleno.
Aparte de las Fiestas, el Viernes Santo nos tocó organizar un Via Crucis en las calles de Colazo. Las 14 estaciones las armamos junto a los vecinos en el frente de sus casas e íbamos una por una, representando de manera actuada la Pasión de Cristo. En la Quinta Estación, “El Cireneo ayuda a cargar la cruz”, nos tocó hacerla frente a la casa de Roxana y Fito. La propuesta era buscar a alguien de quienes acompañaban la procesión para ayudar a cargar la cruz. Y justo apareció el mismo Fito, el cual se puso solicito, apenas se lo pedimos, en posición de Simón de Cirene. Las escenas eran estáticas, así que se la banco quieto lo que duró la lectura y reflexión.
Sin sobresaltos, el Via Crucis siguió su andar. Mientras tanto, Fito corrió para guardar el altar en su casa y sumarse al resto de las estaciones. Y lo hizo tan rápido, que llego antes a la 6ta estación y empezó a preguntar en que podía ayudar ahí también. ¡Un crack! Una vez finalizado todo, en el centro de la plaza, algunos vecinos se quedaron a charlar con nosotros y se fueron dispersando de a poco. El último en irse fue Fito, que se quiso quedar a charlar. Se lo notaba agradecido y contento porque pudo colaborar desde su lugar, sinceramente me pareció verle una sonrisa de niño en su rostro de adulto. Era una felicidad autentica. Nos contó que tiene “Parkinson rígido”, o sea que los síntomas de su enfermedad es la rigidez repentina y dolorosa de los músculos (Y no los temblores por la que es más conocida esta enfermedad), por lo que la simple tarea de sostener la cruz en su estación fue todo un reto para él, ya que sufre mucho en sus manos. Pero cuando nos lo contó no lo hizo como queja o autocompasión, sino como algo más en su vida. Sentimos de verdad que el pequeño y “azaroso” (Aunque nada es azaroso en el plan de Dios) gesto de elegirlo para llevar la cruz junto a Jesús lo hizo feliz, “le cambio el día”. Pudimos hablar un poco más con él, nos contó de su vida, su trabajo en el campo, la familia, los hijos. Fue una linda charla, porque es un nuevo amigo que formamos para siempre. Lo volvimos a ver en la vigilia y el domingo, cuando ya estábamos a punto de subirnos a los autos para partir, aparece en su bicicleta apurado para llegar a despedirse. Tuvimos un lindo cruce de palabras y sentimientos, y al final, nos muestra que colgó en el manillar la medallita de la Virgen que le habíamos regalado el viernes anterior. Es lindo saber que una parte del recuerdo y de nosotros queda en ese simple gesto. Y Fito quedara para siempre en un rinconcito sencillo como él de nuestro corazón.
Colazo fue un verdadero encuentro personal con Dios. Recibimos tanto amor, tanta generosidad que muy escasamente merecemos. Suena a cliché, pero no se puede decir de otra manera sin faltar a la verdad: Recibimos más de lo que dimos. Además, haberlo compartido con la gran familia de Puntos Corazón le dio el toque para que todo haya salido genial. ¡Gracias Colazo! ¡Gracias James Craik! ¡Gracias P. Gatto!
