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  • Francisca B., Argentina

Niños y mayores orando juntos

Después de un año complicado por el Covid, podemos volver a visitar a nuestras amigas de la residencia de ancianos. Tras un largo periodo de aislamiento en sus habitaciones, poco a poco encuentran una vida en común, para su gran alegría. Un martes por la mañana, toqué a la puerta de Eugenia y, tras pasar un rato agradable con ella, fuimos con ella y Magdalena a la iglesia para un breve tiempo de oración. Resulta que la iglesia ya está ocupada por los niños de la escuela vecina, que se preparan para el sacramento de la reconciliación. Los niños se turnan para confesarse mientras los demás se quedan a rezar en la iglesia. Sugerimos al pequeño grupo, acompañado por el catequista, que recemos juntos el rosario. Las intenciones de oración fluyen, cada uno quiere rezar por un amigo, un tío, un familiar, enfermos... Las voces de los niños se mezclan con las de los mayores. Ana se une a nosotros. Envejeció y aún no había pisado la iglesia desde que se reabrió al público. Ella ha enseñado inglés a los niños toda su vida. Apenas media hora antes, estaba todavía en camisón, sin embargo se vistió con su mejor abrigo y un sombrero digno de una gran dama para no faltar al encuentro. Estaba radiante al ver a estos niños rezando con nosotros, ella que ya no tiene familia. Cuando la llevé a su cuarto, yo no lo podía creer, ya que apenas sale de su habitación.


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