Nuestra visita es un descanso para Diana
- Francisca, El Salvador
- 1 abr
- 1 Min. de lectura
Diana se cayó y se fracturó el hombro el año pasado. Siguió un largo proceso de inmovilización y rehabilitación. Durante meses, no pudo hacer nada por sí misma, cargar nada, lavar nada, cocinar nada... Fue un gran sufrimiento para esta mamá. La mayoría de nuestras amigas fueron educadas en el campo, para ser simples amas de casa, para ocuparse de las necesidades diarias de sus familias, y no conocen otra cosa... Diana se encontraba de repente sin una meta, desamparada... ¡Qué sorpresa cuando nos vio llegar! Este sábado, por ser un día libre, la acompañan sus cuatro hijos. Frente a la casa entre las gallinas que deambulan libremente, como en casi todas las casas de este pueblito, nos sentamos y pasamos un momento muy agradable. Nada de discusiones muy filosóficas, sólo preocupaciones cotidianas, el tiempo, las actividades de los hijos... La vida de Diana es la vida de muchas madres de nuestro barrio, una vida entregada, a veces con muchos sacrificios, y sobre todo sin tiempo para compadecerse de ellas mismas, ni para tomarse vacaciones. Durante nuestra visita, es precioso ver el rostro de Diana cada vez más relajado, disfrutando del tiempo libre que le ha sido regalado, así como de la alegría de sus hijos.

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