Pude ver su alma por un segundo
- Ángela, El Salvador
- 30 sept
- 2 Min. de lectura
Esta historia me pasó hace unas semanas con una pequeña niña de 6 años que vive con su papá, quien trabaja todo el día y su abuela que no puede caminar, por lo que ella y su hermana pasan casi todo el dia en la puerta de nuestra casa pidiéndonos agua, preguntándonos para jugar, preguntándonos si pueden entrar, etc. Es una niña super linda, pero también muy traviesa y algo inquieta por lo que no nos es difícil perder la paciencia con ella, aun así, esa niña es un sol.
Hace dos semanas salimos algo apuradas a una reunión. Al abrir la puerta me la encuentro sentada en el escalón de la casa. Al verla inmediatamente pensé: “Me va a pedir para jugar” y preparé mi respuesta “Ahorita no, vamos apuradas, tal vez más tarde”. Pero cuando ella me vio se le iluminó la carita y me dijo : “Angela, Angela, mire” tenía algo escondido entre sus manos, entonces me agaché hasta su altura para ver de qué se trataba, y como quien muestra un tesoro muy valioso me mostró un lapicero lleno de piedritas brillantes y dijo “Mire que lindo”. Yo luego de mirar el lapicero, muy bonito por cierto, solo la miré a los ojos y dije “Como tú”, solo eso, no dije más nada, no hice más nada, pero ella debió de notar la verdad en mis palabras porque sus ojos primero se agrandaron por la sorpresa, no esperaba esa respuesta, y luego se le iluminaron junto a una pequeña sonrisa, pequeña pero sincera.
Para mi ese momento fue glorioso, pude ver su alma por un segundo. Ella tampoco dijo más nada, simplemente yo seguí para mi reunión. Este pequeño momento es eterno en mi memoria y cada vez que lo recuerdo puedo ver a Dios hablándome a través de ella.

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