Nanay Ning, ha sido una gran maestra de compasión, de amor, de entrega, de fe. Ella es a quien más me costó decir adiós, porque durante este último tiempo está sufriendo mucho, y su dolor me lo ha ofrecido, como un gran regalo para que pueda con ella, cargar con el peso de esta cruz. Su vida ha sido una cruz, pero ella se mantuvo siempre en pie, aunque haya caído, como Jesús, se levantó y continuó, por amor a sus hijos, a sus nietos. Hoy su luz se está apagando, le cuesta caminar, siente mucho dolor en sus piernas, pero es aún más fuerte el dolor de su corazón.
Ella no dejó de agradecerme por visitarla cada domingo, por escucharla y pasar tiempo con ella. Pero, la agradecida soy yo, me ha entregado lo más valioso que una persona puede entregar, su corazón. Ella me abrió su corazón sin dudarlo, sin miedos, sin condiciones, ella gratuitamente me abrió su corazón, me dejó entrar, me abrazó en Él y me dejó sentir su dolor, para que, junto a ella, yo también lo abrace.
Comments