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  • Liliana (El Salvador)

Señor, si quieres, puedes llevarme

En medio de la Octava de Pascua, una abuelita de nuestro cantón (barrio), niña Francisca, la mamá de nuestra vecina de enfrente, ha vivido su Pascua con el Señor. Dios la preparó minuciosamente para ese gran encuentro con Jesús Resucitado. Ella vivía con una de sus hijas y recibía la Santa Comunión cada semana. Un mes antes de fallecer le pidió a su hija que la llevara de compras, ya que quería comprarse un vestido blanco y una coronita para el día de su sepelio. No estaba grave solo le costaba caminar y tenía sus problemitas de salud. Cuando la vendedora le preguntó si ese vestido que estaba comprando era para su boda, niña Francisca le contestó con una gran sonrisa: “Sí, para mi boda con la Muerte”.

El jueves anterior a la Semana Santa, hubo Confesiones en la parroquia, y ahí estaban las dos, madre e hija para recibir el regalo de la Misericordia de Dios. Niña Francisca insistió en que quería ir, a pesar de su dificultad para caminar; era como una urgencia, algo que desde su interior la invitaba a dar ese paso. El Domingo de Ramos, la vimos casi correr con su palma en la mano, feliz de vivir esta celebración caminando al menos un tramo de la procesión en la calle principal de nuestro pueblo. El Viernes Santo también insistió en que quería ir a vivir la Celebración de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y comulgó. Fue su última Celebración de Semana Santa entre nosotros.

El viernes de la Octava de Pascua, después de pasar unos días mal a causa de uno de sus problemitas de salud, falleció en la casa de una de sus hijas, acompañada de sus familiares. Ante sus dolores intensos, sus últimas palabras fueron. “¿Señor, por qué me has abandonado?” y unas horas después: “Señor, si quieres, puedes llevarme”.



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