Cristina tiene unos 40 años. Ya visitabamos a su abuela, a su madre y ahora es ella que se ha convertido en nuestra gran amiga. Acepta todas las invitaciones y está disponible para cualquier propuesta. Participando del rosario, de las vísperas, de la Oración de madres que hemos iniciado recientemente aquí, redescubre de nuevo la fe. Una vez incluso se quedó con nosotros para la Adoración y al final nos compartió que pensaba que sería difícil, y se sorprendió una hora más tarde, al ver que ya había pasado el tiempo. Otra vez nos dijo: "Siempre he sabido que Dios me ama, ¡pero gracias a ustedes lo estoy experimentando concretamente!" Al fin y al cabo, ése es el objetivo de nuestra misión: permitir que nuestros amigos experimenten que Dios les ama, a través de nuestra amistad, de nuestra presencia, de nuestras simples visitas y conversaciones.
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