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Foto del escritorMatthias, misión en Chile

Su rostro se iluminó

Luchito tiene unos once años y vive con su abuelo, quien pasa el día fumando y bebiendo en casa. El pasa su día en la casa, en la cama, sin hacer nada. A veces, ni siquiera va a la escuela. Incluso los videojuegos lo aburren terriblemente.

La última vez que pasamos por su casa para invitarlo a jugar, no lo pensó mucho. Esbozó una pequeña sonrisa que iluminó por un momento su rostro siempre indiferente y casi sombrío. Cuando terminamos el juego y lo llevamos de vuelta a casa, para mi sorpresa, lo tomó con calma. Estaba feliz. Alguien había pensado en él. Alguien quizo pasar tiempo con él. Y por un rato, pudo ser simplemente un niño.



voluntarias jugando con una niña

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