De Leonela de misión en Cuba:
Hace algún tiempo por la mañana estaba en la capilla, adorando y tocaron el timbre de casa. Yo no quería ir a abrir porque estaba rezando, estaba con Jesús, entonces salí un poco enojada, molesta. Cuando abro, era Lucio, un hombre que vive en la calle, que venía a pedir agua, y un poco de café. En ese preciso momento me di cuenta que estoy acá para AMAR, que Jesús también está ahí, en el otro. A partir de ese día comenzó a pasar todos los días por casa a buscar su botella de agua y su tacita de café, a veces varias veces en el día. Nos hemos hecho grandes amigos, disfruto de las charlas con él, que son muy sencillas.
Le pido a Dios la gracia de un corazón de carne, capaz de amar a todos, y la humildad para maravillarme del otro hasta no pensar más en mi misma.
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