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  • Foto del escritorEstefanía Rodas

Una historia de Resurrección

¿Estaba preparada para vivir esta Semana Santa?, ¿Quién lo está para vivir un misterio tan grande? Estas fueron mis preguntas el miércoles santo a la noche. Me llamaste a pasar unos días santos en James Craik con Puntos Corazón y el Padre Gustavo Gatto en un pueblito hermoso, donde realmente fuimos más misionados nosotros que lo que nuestra pobre presencia puede dar. Una parroquia llena de vida con sus actividades y su acogimiento.



¿Qué es la resurrección? ¿cómo Cristo resucita concretamente en nuestras vidas? ¿o es sólo una fecha importante para recordar?, ¿acaso no está inmerso en toda nuestra realidad este gran misterio de fe? Seguían mis preguntas, mientras estaba siendo acogida por estas personas, mi cotidianidad se rompió para entrar en el misterio, el Señor por medio de personas concretas me respondería.



En un día de visita, golpeando las puertas, puertas desconocidas, me sentía como los primeros discípulos cuando el Señor los envío… algunas fueron cerradas y con miedo una seguía, no quería seguir golpeando me daba vergüenza molestar, pero mientras oraba al Espíritu Santo, le decía “¿adónde quieres que vayamos?, ¡llévanos Tú!”. Ahí nos llevó a Mariano, José Gabriel y a mí a conocer a doña Regina (Por privacidad cambio el nombre). Esta señora con una gran sonrisa nos recibe, somos acogidos a su hogar, y mientras nos sentábamos empezamos a conocer su historia. Ella esposa, y madre de 11 hijos con un montón de nietos, la mayoría viven cerca de su casa. Tiene 13 hermanos que en su niñez la vivió muy difícil. Sus padres eran alcohólicos, ellos vivían en el campo, a su corta edad después de sufrir violencia por parte de sus padres le tocaba pedir en la calle para poder vivir. Por intervención del gobierno a ella y sus hermanos los judicializaron y los separaron.



Yo pensaba - que vida tan dura, que misterio esta cruz -, después nos comentó, cómo con el tiempo ella hizo que se volvieran a reunir con sus hermanos después de 30 años de separación por medio del Facebook, los iba buscando para tener un reencuentro. Fue tan lindo ver el brillo de sus ojos al contar los reencuentros con sus hermanos y mientras lo hacía nos mostraba las fotos de ellos colgados en su pared, lo más grande fue cuando nos dijo: “El pasado no se puede cambiar, y no les puedo culpar a mis padres por la tragedia de mi niñez y las heridas, hasta rezo por ellos todos los días - aunque a veces me cuesta rezar -, ya los perdoné. Yo los atendí hasta su último día cuando murieron a pesar de todos los golpes recibidos, mis hermanos y yo no teníamos la culpa, por eso quería que nos volviéramos a reunir.” Esta es, una historia muy concreta de resurrección, aquí triunfó la vida, con el perdón y venció a la muerte del rencor y odio. ¡Ganó el amor! Gracias doña Regina por su gran testimonio y su ejemplo su rostro e historia está incrustado en mi corazón.




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