Usha, cuando la ves por fuera, es una mujer aparentemente dura, pero cuando entramos en confianza con ella, podemos ver su tierno corazón. Solemos cruzarla en la calle cuando sale a vender la leche que ella misma ordeña en su casa, cada mañana.
Intentamos estar presentes para ella, ya que las últimas veces que la hemos visto nos compartió que su hijo se separó de su esposa, y ahora se encuentra viviendo con ella, en su casa. Además, Usha cuida de su suegra, ya que su marido falleció.
Cuando la vemos, nos cuenta llorando lo que siente, lo que sufre por la separación de su hijo, y rápidamente seca sus lágrimas, para que su familia no la vea llorar. Son apenas algunos minutos en los que podemos estar presente, pero suficientes para expresar su dolor. No podemos cambiar su situación, pero si acompañarla. Como María al pie de la Cruz, acompañamos a nuestros amigos en sus sufrimientos.
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