Y ahí nos encontrábamos, un sábado en casa de Selviamma (amma - madre). En lo alto de una colina, dónde encontramos su casa hecha de hojas de palmas, dónde su cocina es el campo y un fuego; dónde sus utensilios son negros del fuego; dónde la temperatura ambiente es la del sol abrasador. Y ahí estaba ella, preparando para nosotras un especial chicken Kuruma. Bajo ese sol abrasador y el calor del fuego; pudimos experimentar el gran amor de nuestra amiga Selviamma. Ella que, poco tiene, de nuevo queriéndonos dar todo. Ella que, solo tiene libre los sábados, quería este sábado libre, entregárnoslo a nosotras, cocinar para nosotras, desvivirse por nosotras. Su deseo de querernos era más grande que el calor que pudiese estar sufriendo, que el dolor de su espalda al estar agachada, que su escasez de dinero. Nada importa, por amor. Nada importaba, para amarnos.
¡Y esto son nuestros amigos! ¡Qué regalo verdad! ¡Qué suerte tenerles! ¡Y cuánto he de aprender de ellos!
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