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  • Agustina (Perú)

Campamentos en Perú

Actualizado: 1 feb 2023

¿Se puede vivir plenamente un campamento y estar invitado a contemplarlo al mismo tiempo?


Las sonrisas de los niños, las jóvenes abrazando a un abuelito del asilo, la diversión de los juegos al aire libre, el rostro de las adolescentes aprendiendo a hacer un coro para Dios, el milagro de verlos acercarse a un sacramento… tantas gracias esparcidas en los tres días que duraba cada campamento no pueden evadirse, más aún cuando la belleza las impone ante los ojos.


Pero hay realidades que permanecen más ocultas, algunas esperando ser redimidas, otras humildemente guardadas solo para glorificar a Cristo. El compartir la organización de los campamentos con otras personas fue para mí como una mano que va quitando el velo de las cosas. Por las noches, reflexionando sobre el día transcurrido, el amor con que se referían a los niños, su santa preocupación por cada uno en particular, su sed por verlos gustar del Amor permitió en mí hacer la experiencia de ir descubriendo una realidad más profunda en las personas, en los momentos, que me invitaba a mirar con más compasión y admiración.


Otra invitación que me hacía el Señor era la de soltar el control de mis planes por encontrar a las personas del barrio donde misioné hace unos años, e intentar darle el mando a Quien corresponde, pues así los reencuentros han sido más que providenciales. El Señor no tardó en mostrarme que más que un consentimiento de los deseos de su hija, estas tres semanas fueron la suave abundancia de su misericordia para conmigo. ¡Bien sabe cuánto mi corazón necesitaba este soplo de vida!




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