¿Cómo consolar lo inconsolable?
- Gabriela, de Perú en misión en Villa Jardín
- 1 jul
- 2 Min. de lectura
Adriana (4 años) era bien pequeñita para su edad, dolorosamente tímida, con una erupción en la piel y muchas marcas de picaduras de mosquitos en los brazos y piernas. Pero lo que más llamaba la atención era que le faltaba un brazo. Además, por una condición de nacimiento, tenía una protuberancia en la cabeza. Ahora, se la han operado.
Desde el comienzo, quedé muy impactada por Adriana, con un dolor muy grande. Era tan chiquitita, tan frágil, con marcas evidentes de descuido en su cuerpo, de tanto sufrimiento y miedo. Cuando le hablaban, no miraba a los ojos, sino que agachaba la cabeza, se escondía como si quisiera meterse debajo de la tierra, como un pajarito muy asustado. Qué tristeza tan grande ver a una niña tan pequeña tan profundamente desolada. Tenía miedo de las otras niñas, que jugaban con tosquedad y haciendo un montón de ruido.
En un momento, yo dibujaba a la décima Peppa Pig de la mañana, cuando se me acercallorando. Una de las niñas, sin querer, la había asustado. Pero Adriana no solo lloraba del susto. Lloraba por todo, por dolores antiguos también, y era puro dolor, sin explicación, sin consuelo, por cosas que ni ella misma era capaz de explicar, de nombrar siquiera. Tuve que arrodillarme para mirarla a la cara, y ella agachaba más la cabeza. Quería darle un abrazo, pero, en su bracito adolorido, todavía sanaban los puntos de sutura y yo tenía miedo de hacerle daño. ¿Cómo consolar lo inconsolable? ¿Qué hacer si el consuelo mismo podía dolerle también? Pobrecita, que, encima de todo, tenía que aguantar mi torpeza y mis reservas. Acaricié su bracito sano y empezó a calmarse. Qué absurdo inmenso tuve enfrente ante el drama de esta pequeñita.
Por algunas semanas, desde que la conocí, no podía dejar de pensar en ella en clave de tragedia, de sinsentido. Pero, a medida que pasaba el tiempo, veía, en cada visita, que ella florecía un poquito. Creció un poco, tomó peso, su cuerpo se adaptaba a caminar y vivir con un solo bracito, ya podía correr, se reía con una sonrisa pura y luminosa, bromeaba con las otras niñas...

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