De Gisela Ascaino, de misión en Perú:
Una amiga nos envió un mensaje para ver si podíamos contactar al Padre para que dé la Unción de los enfermos a Juan, de una familia que no conocíamos. Dos hermanos nuestros fueron a rezar con la familia la Coronilla y más tarde con Macarena acompañamos al Padre cuando dio la Unción.
Pasaron unos días y un hijo de Juan nos alcanzó diciendo: "¿Ustedes fueron a mi casa a rezar por mi papá?" Al confirmarle, nos comparte que su papá había fallecido. "Nosotros en mi familia estábamos un poco mal, había algunos problemas, estábamos distanciados. Una mañana decidimos hacer una reunión familiar para hablar y aclarar las cosas. Nos entendimos, nos reconciliamos, las cosas quedaron bien. Después de eso mi papá murió. Gracias por sus oraciones." No lo conocíamos bien, pero abrió su corazón, compartiendo esa gracia con sus ojos llenos de lágrimas.
Dios siempre se trae tantas gracias por delante, nos regala ver algunos frutos, de eso que es la unión de tu oración con la nuestra. ¿Quiénes somos para que Él, nuestro Dios, nos confíe tanto? Sólo sus pequeños instrumentos.
