Ante ÉL me encuentro con un corazón agradecido. Un corazón agradecido por este año y medio vivido en la India, dónde no he dejado de aprender un instante.
Gracias Señor, por esos despertares a las 4.00h para recoger el agua, que ahora me ayudan a valorar este regalo de tener agua diaria.
Gracias, por el amor hacia ti de cada Indio; en sus rezos, en sus cantos, en sus oraciones, que ahora me hacen vivir con más fervor este regalo eucarístico.
Gracias por esa vida en comunidad de la que tanto he aprendido. No solo amando las dificultades y cruces del otro, sino las mías propias. Aprender cada noche a pedir perdón, de esos mismos errores diarios, reconociendo de nuevo, lo pequeña que soy.
Gracias por el regalo también de poder aprender a ver los pequeños detalles de amor del otro, en lo escondido, en silencio, en esa entrega de amor constante.
Gracias por enseñarme a ser presencia; en un silencio, en una escucha, en esa sonrisa, en ese abrazo, en esa cotidianidad.
G R A C I A S!
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