Testimonio de un joven del barrio en El Salvador:
“Hace dos meses tuve problemas con mi familia, en mi mente pasaban ideas negativas. Tenía un odio muy grande hacia mi familia y estaba en un momento de mal camino. Me junté con personas que no debería haberme juntado. En el dolor que yo tenía busqué esas amistades para sanar mis heridas. Yo me sentía solo, que nadie me quería y estaba muy deprimido. Para mí valía la pena estar con ellos. Tomé la mala decisión de juntarme con ellos para sentirme querido e importante, pero para ellos era una persona más, y mientras, destruía mi vida.
Pero Dios mandó a unos ángeles a ayudarme, en el momento más difícil que estaba pasando, en el momento más triste de mi vida, vi una luz en estas tres personas: Rosa, Lucía y Gaspar.
Cada uno me dio un consejo, lo tomé y reflexioné. Me quitaron la venda de los ojos. Cada noche pensaba y reflexionaba sobre lo que me decían. Me rescataron del abismo que mi mente tenía para que no se perdiera mi alma, ni mi vida.
Las palabras del Punto Corazón fueron de aliento, me mostraron quién me quería y quién no, y me ayudaron a valorar a quienes me quieren. En mi mente pasaba que nadie me quería y que me odiaban, pero me equivoqué hay personas que me quieren, aprecian y valoran.
Ahora estoy muy bien, porque Dios me ayudó a salir de un abismo, comprendí que manda personas que no conocen a uno de hace años, pero los manda para ayudar. Él mandó a estas tres personas.
Hoy puedo decir, que hay que perdonar a las personas que nos hacen daño, aunque sea la familia, y no pensar en la venganza. Y en los momentos más difíciles hay salida, Dios manda a personas que ayudan a salir.”
