Husseinamma es una “madraza” que recibe a cada una de las voluntarias siempre con un acogedor abrazo, con un trato único para cada una y al mismo tiempo sin hacer diferencia, y no solo a nosotras sino a toda persona que no tiene a sus padres cerca; su corazón es tan grande que tiene mucho amor para dar. Siempre se preocupa por nuestros padres y si hablamos con ellos.
Su casa es un rejunte de chapas, cartones, telas, cacerolas montadas que forman un rectángulo donde ella vive con uno de sus hijos, pero es imposible, cada vez que la visitamos, no sentirlo un hogar. Muchas veces no tiene dinero para sus medicamentos, para comer, pero nunca la vemos quejarse por eso y sin una sonrisa en su rostro. Ella es el ejemplo más claro de que el dinero no hace la felicidad.
Hace un mes aproximadamente, para festejar el fin del Ramadán (Ramadán es un ayuno por 40 días que realizan los musulmanes) nos invitó a almorzar en su casa e hizo biriyani, un plato típico de India, a base de arroz. Entonces fuimos muy contentas a festejar con ella y su familia. Ella nos recibió en su humilde hogar, super feliz de poder compartir ese momento con nosotras. Y no solo nos dio de comer a nosotras, sino que, ella misma, pese a sus dificultades para caminar, fue a cada una de las casas de sus vecinos, sean de la religión que sea, tomando sus cacerolas o lo que encontraba para darles de comer biriyani. Y cuando terminó y se aseguró de que todos tuvieran, se sentó ella a comer. Incluso en su gran generosidad, no nos deja darle las gracias, porque dice que ella es nuestra madre y que no se agradece cuando somos familia.
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