No pasó mucho tiempo antes de que Laura empezara a abrir más su corazón y nos comparta otros momentos dolorosos de su vida que desconocíamos: su hijo de 3 años fue atropellado por un tren hace mucho tiempo; otro de sus hijos falleció de sida y su esposo de cáncer. A Laura le tocó ver partir de este mundo a casi toda su familia de manera muy dolorosa.
En medio de tantas lágrimas, suspiros de dolor y de angustia, de expresar insistentemente cuánto dolor generaron esos momentos en su vida, dijo unas palabras que me conmovieron profundamente: “Quién soy yo para preguntarle a Dios ¿Por qué me pasa esto a mí?, yo sufrí mucho en mi vida; igualmente, cada día Lo amo más, Él es mi fuerza y la razón de mi vida”.
Qué misterio tan inmenso es este… hasta qué punto la fe puede hacer nuevas todas las cosas, hasta el corazón totalmente destrozado de una madre.
