Un lunes, nos dieron la noticia que la madre de nuestro sacerdote había fallecido. Él se encontraba fuera del país a ese momento, así que como comunidad decidimos emprender el viaje hasta la ciudad donde vive su familia para asistir al funeral. Fue un viaje de 3 horas y media en colectivo. Fue una experiencia muy fuerte, la familia y todos los conocidos del pueblo pasaron a dar su último saludo, cada uno trayendo una ofrenda de flores, rezando y llorando por la noticia. Me empecé a preguntar: ¿qué es lo que debería hacer yo ahí?, pues no había conocido nunca a esta persona, ¿no estaré fuera de lugar en un momento tan importante para la familia? Ninguna de las personas de nuestra comunidad conocía especialmente a la madre, así que lo único que podíamos hacer es estar presentes y rezar. Luego tuvimos una misa la cual fue en tamil, y al final, dieron un anuncio en inglés, agradeciéndonos fuertemente por estar presentes en nombre del hijo que es sacerdote. Ellos realmente estaban felices de que estuviéramos ahí, aunque no hagamos nada más que "estar".
Y esta es la belleza de esta misión, quizás aún todo me cueste, no pueda hablar el idioma, ni pueda hacer ni un café, ni cocinar comida india, ni nada, pero lo que ellos piden de nosotros lo que Dios nos pide, no es nada extraordinario, es solo el "estar" y creo que esto es una enseñanza más allá de esta misión, es una enseñanza de vida.
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